El proyecto de una Casa de la Cultura, metáfora del hogar materno de recuerdos y saberes, espacio conjunto donde residen los vínculos de fraternidad, donde se edifican los proyectos, donde se acogen nuevas ideas y opiniones para un saber colectivo. Espacio potencial del pensamiento diverso, abierto a la ciudad y socialmente construido, materializa los procesos sociales que tanto transforman los vestigios arquitectónicos de un pasado histórico, como los vestigios materiales de un pasado social que en el presente nos afirma como comunidad.

Es entonces en las transformaciones que construyen esta casa donde se lee la generación de espacios abiertos para la igualdad, la formación y el conocimiento, plataformas conceptuales del pensamiento solidario que programa cada uno de los espacios de la casa como espacio proyectual de Confiar.

Contexto histórico


El valor histórico y arquitectónico de la Casa de La Cultura y la Cooperación de Confiar está ligado al proceso de desarrollo de Medellín en la primera mitad del siglo XX; su ubicación en el centro de la ciudad da cuenta de la desaparición de otras construcciones y escenarios que hacían parte de la vida cultural y social de este sector. A diferencia de otras ciudades que han conservado su núcleo histórico, promoviendo un desarrollo urbano que se articula a las preexistencias, en Medellín una ciudad se ha disuelto consecutivamente para dejar paso a otra.

Debido a ello, edificaciones como la actual Casa de la Cultura y la Cooperación de Confiar se han convertido en símbolos de gran importancia que dan cuenta de la evolución de la ciudad, especialmente del proceso histórico de la que ha sido una de sus zonas más dinámicas. Aún se conserva parte del patrimonio arquitectónico e inmaterial que compone la historia cotidiana y el contexto urbano actual, pero la mayor parte de las edificaciones representativas de este sector han sido demolidas o convertidas en sitios comerciales en aras del funcionalismo, el desarrollo económico y la movilidad, por lo que han perdido su valor cultural.

Las dinámicas sociales urbanas se han transformado con relación a estos espacios, de ahí la importancia que conservar estos sitios cargados de memoria y realizar desde ellos actividades que beneficien a la comunidad y aporten a la revitalización cultural del centro y el contexto del Parque Bolívar.

Contexto residencial


La Casa de la Cultura y la Cooperación de Confiar, declarada bien inmueble de interés cultural municipal por resolución 123 de 1991 e incluida en el Plan Especial de Protección Patrimonial Municipal, por su ubicación y su estilo es una de las construcciones más representativas de los alrededores del Parque Bolívar; ha logrado permanecer en el contexto conviviendo con edificaciones y ambientes urbanos de diferentes periodos de la ciudad que han transformado drásticamente su entorno original.

Su primer propietario, Ernesto Moreno, perteneció a una de las familias más influyentes de la época, cuya línea de ascendencia es rastreada hasta el núcleo familiar de don Juan José Moreno, y de la cual se resalta con énfasis por los genealogistas de principios del siglo su origen directamente español y su participación activa en las primeras conformaciones políticas de Antioquia a partir del período independentista.

En el año 1943 Ernesto Moreno compra la propiedad ubicada entre las vías Caracas y Sucre a los herederos del señor Ismael Correa, se trata de un lote que tenía para entonces una casa baja de tapias y tejas, la cual es demolida para la construcción de la nueva vivienda. Su diseño es encargado a la oficina de arquitectos Vieira, Vásquez, Dothee. 

Ernesto Moreno convive con su familia en esta lujosa vivienda hasta los años sesenta. En el momento en que la realidad social, urbana y arquitectónica del sector inicia una transfiguración que alimenta cada vez más su apocamiento el señor Moreno decide vender su propiedad a Esperanza de Vargas Correa, quien luego de habitarla alrededor de una década la vende a Antonio Correa y Cía., período en el que el inmueble se destina a actividades comerciales.

Para el año 1994 la Cooperativa Financiera Confiar, con la idea de poseer una edificación patrimonial en el centro de la ciudad desde la cual aportar a la revitalización social como parte de su proyecto solidario, adquiere la antigua casa, que para el momento conserva aún parte de las características estéticas originarias a pesar de que estaba en un alto estado de deterioro.

Desde su adquisición se pensó instalar allí una sede de la Dirección General de la Cooperativa, para lo que se hicieron algunos diseños, sin embargo, la obvia necesidad de un espacio mayor a futuro para una entidad social en crecimiento y las restricciones patrimoniales del inmueble, obligaron a que este primer proyecto fuera abandonado; por lo que en un tiempo aproximado de 3 años la construcción fue destinada a actividades internas de la Cooperativa y a diferentes eventos, especialmente del programa Arcoíris de la Fundación Confiar.


En consonancia con la idea de establecer una oficina en la construcción, se realizan en 1997 las primeras reformas a la edificación, respetando la originalidad del inmueble y su valor estético. La edificación como sede de la oficina Sucre funcionó sólo por unos pocos años debido al reto de subsistencia en el que desde el año 1998 se ve sumida Confiar dada a la crisis financiera del sector cooperativo y del sector financiero tradicional en el país.

En este contexto de crisis un importante número de entidades se vieron abocadas a la liquidación, a incorporaciones y fusiones; sin embargo frente a un modelo económico que impone la perspectiva de desaparecer arrastrado por la voracidad de las leyes del mercado abierto, se mantiene en Confiar el reto de la vigencia del cooperativismo como una alternativa económica social que abre espacio al interés colectivo y la unión de esfuerzos.

Aún así, la Cooperativa se vio obligada a cerrar cuatro agencias, entre ellas Sucre en el año 2000. A raíz del cierre, pero con la idea fija de mantener este espacio en la ciudad a pesar de las adversidades y hacer de éste un lugar significativo, se decide alquilarla temporalmente a Cooperativas del oriente, entre ellas Cooperativa Pio XII y Coogranada. Es durante este tiempo y una vez pasada la crisis que empieza a tomar forma y sentido la idea de tener una sede cultural para Confiar, por ello en el año 2007 se hace una nueva adecuación del espacio de la casa con el fin de crear una sala de arte y convertirla en la Casa de la Cultura y la Cooperación de Confiar.

La idea de esta Casa de la Cultura restituye el sentido del término “economía” a sus raíces, planteándolo como aquella administración doméstica que implica el cúmulo de relaciones sociales que, al calor de un hogar, producen un constructo social, en este caso cultural y solidario; fomenta la revitalización cultural del sector desde un espacio de alto valor simbólico y da también sentido y albergue a una idea que ha sido trasversal en la apuesta solidaria de Confiar: el cooperativismo como una propuesta en su esencia cultural y no sólo económica, ya que es una forma de pensar, de vivir y de construir la experiencia vital propia y la de los demás de una forma más digna, más justa y significativa.

Actualmente parte de la Casa de la Cultura es la sede de labores de la Fundación Confiar, quienes comparten este espacio con multiples actividades institucionales y otras más abiertas al público de tipo cultural y artítstico.


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